top of page
Buscar

El significado del dolor

A lo largo de mi experiencia como terapeuta, he acompañado a muchas personas en procesos de duelo. Recuerdo en particular a una mujer que enfrentaba la devastadora pérdida de su hija. Durante una de nuestras sesiones, compartió cómo un familiar intentó explicarle que su tragedia tenía un significado profundo, una razón espiritual detrás:


  • “¿Quizá es un karma por algo que hiciste en una vida anterior?

  • ¿Quizá algo de tu sistema familiar no sanado, y tu hija vino a sanar a través de su muerte?

  • Todo lo que nos pasa es para hacernos más fuertes, parte de un camino sagrado que tu alma eligió antes de nacer.”

Al escuchar estas palabras, surgieron en mí muchas reflexiones.


¿Debemos buscar siempre un significado?


La búsqueda de un sentido frente al sufrimiento es algo humano y natural. Sin embargo, ¿debemos encontrar siempre respuestas? Para mí, el verdadero desafío no está en tenerlas todas, sino en aprender a vivir con las preguntas.

La vida está llena de tragedias que no podemos explicar: accidentes, enfermedades, pobreza, guerras, muertes... ¿Vivir estas experiencias nos hace personas más fuertes o más espirituales? Tal vez sí, tal vez no. Lo que sí creo es que no todas las experiencias necesitan una explicación.


El peso de culpar a la víctima


He escuchado teorías que atribuyen enfermedades como el cáncer al resentimiento o a emociones no procesadas, o que interpretan tragedias como el resultado de "errores" cometidos en vidas pasadas. Estas ideas, aunque a veces bien intencionadas, pueden ser devastadoras para alguien que atraviesa una pérdida o una situación difícil.


¿Podemos realmente decirle a alguien en duelo o con una enfermedad grave que lo que vive es su responsabilidad? ¿Que, de alguna manera, “eligió” su sufrimiento para evolucionar espiritualmente? Estas afirmaciones, lejos de ser útiles, suelen cargar a la persona con una culpa innecesaria.


Aceptar el misterio de la vida


No creo que exista una única respuesta para entender el significado de una pérdida, una enfermedad o un accidente. Las tragedias ocurren. Son parte de la experiencia humana, tanto como el amor y la alegría.


Lo que realmente ayuda a la sanación no es imponer explicaciones, sino ofrecer presencia y compasión. No hay palabras que puedan calmar completamente un corazón en duelo, especialmente en las primeras etapas. Pero hay algo profundamente sanador en estar ahí, acompañando desde el silencio, aceptando el misterio de lo que no podemos controlar ni comprender.


¿Qué ayuda realmente a sanar?


Sanar no es olvidar, ni encontrar una razón absoluta para el sufrimiento. Sanar es aprender a vivir con más amor que dolor. Es encontrar momentos de paz en medio de la tormenta y permitir que la vida siga fluyendo a través de nosotros, aun con las cicatrices que llevamos.


No creo que sea mi lugar, ni el de nadie, decirle a otra persona por qué ha sufrido o qué necesita para sanar. Lo que sí puedo hacer es colocar mis manos sobre su corazón, respirar junto a ella el miedo, la tristeza, el enojo. Ofrecer mi mirada, mi empatía y mi silencio cuando no hay palabras suficientes.


Las respuestas que nacen del corazón


Hay preguntas que necesitan tiempo para germinar. Preguntas que se siembran en el corazón y que, con paciencia, florecen en forma de respuestas auténticas y verdaderas. Cuando esas respuestas llegan, traen consigo un tipo de paz que no puede imponerse desde el exterior.


Tal vez no podamos darle un significado universal al sufrimiento, pero sí podemos acompañar a otros a encontrar su propia verdad. Esa verdad que brota desde adentro y les permite seguir adelante con más amor, más fortaleza y más compasión por ellos mismos y por los demás.

 
 
 

Comments


bottom of page